Año 1885. La tranquilidad ha llegado a su fin en el pueblo de Avernesa, provincia de Salamanca. La ocupación de Castañal por sus propietarios ya es un motivo suficiente de agitación, pero cuando comienzan los asesinatos, nadie vuelve a dormir tranquilo. Para colmo de males, la Guardia Civil detiene a uno de los jóvenes habitantes de la villa como presunto asesino, con el riesgo de que sea condenado al garrote vil. Aun así, la ola de crímenes continúa, por lo que la dueña de Castañal interviene, y le pide ayuda a su amigo, el comisario Holguín.
Desde Salamanca capital, el comisario mueve los hilos para que le permitan ocuparse del caso, pese a que no le corresponde a su jurisdicción. Cuando consigue la autorización del Ministerio de la Gobernación, envía a Avernesa a su investigador más prometedor: el subinspector José Expósito. Para descubrir al responsable de los crímenes, antes de que vuelva a matar, José deberá desentrañar una red de intrigas que lo conducirá por derroteros insospechados. Tendrá que continuar hasta las últimas consecuencias, aunque hacerlo puede costarle su propia vida.
Desde Salamanca capital, el comisario mueve los hilos para que le permitan ocuparse del caso, pese a que no le corresponde a su jurisdicción. Cuando consigue la autorización del Ministerio de la Gobernación, envía a Avernesa a su investigador más prometedor: el subinspector José Expósito. Para descubrir al responsable de los crímenes, antes de que vuelva a matar, José deberá desentrañar una red de intrigas que lo conducirá por derroteros insospechados. Tendrá que continuar hasta las últimas consecuencias, aunque hacerlo puede costarle su propia vida.