En el presente libro encontrará el aprendiz, el conocimiento básico, pero fundamental para dar inicio a la apertura, manipulación e interpretación del Oráculo de Obí Agbón, para entablar comunicación con los antepasados, Egun y los Orishas.
Diferentes culturas buscaron a través de los oráculos respuestas. Respuestas a sus inquietudes de cómo resolver una situación crítica, bien fuese de salud, económica, o de conflicto o guerra. Son muchas las personas alrededor del mundo que practicaron, y, aun hoy lo hacen, la consulta a un determinado oráculo. En la antiguedad, los griegos tuvieron el Oraculo de Delfos, ubicado junto al monte Parnaso y dedicado a Apolo, y, en Dodona, otro, dedicado a Zeus, y al pie del monte Tomaros de los montes Pindo, cerca de la frontera con Albania. Los celtas consultaron a través de la runas. En el antiguo Egipto, el Oráculo de Amón. Los chinos aun tienen el I-Ching. Entre otras muchas culturas que también tuvieron su propio oráculo.
La consulta a un oráculo aun es practicada mundialmente por las personas en busca de la solución a sus problemas. Con la ayuda de los ancestros y los Orishas, los yoruba lo han hecho desde hace siglos en el suroeste africano, en Nigeria, Benin, Ghana y Togo, a través del Oráculo de Ifá, el Merindinlogún y el de Obí Abata, del que se dice es el más antiguo de los tres, y cuyo sistema adivinatorio fue traído al nuevo mundo, a tierra cubana, por los poseedores del ancestral conocimiento de su ritual, en su travesía transatlantica de esclavitud desde el siglo XVI. Allí tuvieron que adaptarse a la nueva tierra, donde tuvieron que tomar los elementos necesarios para sustituir los que no pudieron encontrar y poder seguir ejerciendo la aplicación de la ancestral sabiduría. En lo referente al oráculo del Obí Abata, que se manipula con los cuatro lóbulos del fruto de la nuez de kolá (kola acuminata L.), y cuyo árbol no fue encontrado en Cuba, adaptaron el fruto del cocotero: el coco (coco nucifera), llamado Agbón en yoruba, utilizando cuatro pedazos extraídos de la pulpa del fruto.
Diferentes culturas buscaron a través de los oráculos respuestas. Respuestas a sus inquietudes de cómo resolver una situación crítica, bien fuese de salud, económica, o de conflicto o guerra. Son muchas las personas alrededor del mundo que practicaron, y, aun hoy lo hacen, la consulta a un determinado oráculo. En la antiguedad, los griegos tuvieron el Oraculo de Delfos, ubicado junto al monte Parnaso y dedicado a Apolo, y, en Dodona, otro, dedicado a Zeus, y al pie del monte Tomaros de los montes Pindo, cerca de la frontera con Albania. Los celtas consultaron a través de la runas. En el antiguo Egipto, el Oráculo de Amón. Los chinos aun tienen el I-Ching. Entre otras muchas culturas que también tuvieron su propio oráculo.
La consulta a un oráculo aun es practicada mundialmente por las personas en busca de la solución a sus problemas. Con la ayuda de los ancestros y los Orishas, los yoruba lo han hecho desde hace siglos en el suroeste africano, en Nigeria, Benin, Ghana y Togo, a través del Oráculo de Ifá, el Merindinlogún y el de Obí Abata, del que se dice es el más antiguo de los tres, y cuyo sistema adivinatorio fue traído al nuevo mundo, a tierra cubana, por los poseedores del ancestral conocimiento de su ritual, en su travesía transatlantica de esclavitud desde el siglo XVI. Allí tuvieron que adaptarse a la nueva tierra, donde tuvieron que tomar los elementos necesarios para sustituir los que no pudieron encontrar y poder seguir ejerciendo la aplicación de la ancestral sabiduría. En lo referente al oráculo del Obí Abata, que se manipula con los cuatro lóbulos del fruto de la nuez de kolá (kola acuminata L.), y cuyo árbol no fue encontrado en Cuba, adaptaron el fruto del cocotero: el coco (coco nucifera), llamado Agbón en yoruba, utilizando cuatro pedazos extraídos de la pulpa del fruto.